Después de que el 21 de diciembre de 2009 fuera aprobado el matrimonio gay; el 4 de marzo de 2010 entrara en vigor la reforma al código civil del DF y el 11 de marzo se celebraran las primeras uniones civiles, es momento de celebrar.
Redacción Anodis
Las celebraciones no sólo deben ocurrir en la esfera privada de quienes unirán sus vidas hasta que “su capacidad de amar y perdonar se los permitan”, como dijera la jueza que en representación de la sociedad y las leyes declaró en legítimo matrimonio a 9 parejas en el Hemiciclo a Juárez el domingo 14 de marzo; sino que todos los demás tenemos razones para festejar:
Primero. Porque a pesar del sistema político mexicano cuya base son los partidos, la sociedad civil organizada acompañó una reforma legislativa a favor de la igualdad. No se puede entender el proceso legislativo que reformó el código civil del Distrito Federal para permitir el matrimonio y el concubinato entre personas del mismo sexo con derecho a la adopción, sin la participación de la organizaciones civiles que con su experiencia, su activismo y sus argumentos, dieron la batalla desde los salones legislativos, los medios de comunicación y los espacios públicos tradicionales. Celebremos que los ciudadanos, bajo ciertas circunstancias, podemos encontrar en los partidos un aliado para conseguir objetivos sociales.
Segundo. Porque el matrimonio entre personas del mismo sexo despertó otros debates públicos de manera paralela pero igual de relevantes. Es verdad que en la laicidad del Estado no recae necesariamente el alcance de anhelos progresistas. Pero en este caso, apuntalar una causa de avanzada, de derechos humanos, sirvió para exhibir que México necesita fortalecer el carácter de su Estado Laico; donde la premisa es la libertad de creencias y convicciones filosóficas, antes que la confrontación con los cultos religiosos.
Tercero. Por que el movimiento LGBT de México, a pesar de sus históricas diferencias, encontró un motivo de unidad sustantiva, más allá de lo adjetivo; pues incluso aquellas voces críticas que señalaron posibles inconsistencias en la reforma legislativa, aquellos que no creen ni creerán en el matrimonio por tratarse de una institución social desgastada y propia del mundo heterosexista, hicieron aportaciones valiosísimas para lo que hoy es una realidad. Ahí radica en esencia la unidad por lo menos simbólica que para mucho parecía imposible.
Cuarto. Porque hemos asistido a una relevo generacional en el movimiento social de la diversidad sexual. Jóvenes con nuevas ideas, con nuevos planteamientos y con un ánimo renovado, participaron y participan en la consecución de una lucha inspirada en valores de suyo positivos, y alejada del resentimiento social. Jóvenes que sin claudicar, optaron por la vía institucional y en la argumentación civilizada de las ideas, pero también con la capacidad de levantar la voz cuando fue necesario.
Quinto. Porque en el sinuoso camino del reconocimiento legal del matrimonio entre personas del mismo sexo se lograron articular alianzas, identificar instituciones y actores solidarios, de tal manera que todos abonaron para que la iniciativa fuera presentada, discutida, aprobada y defendida a capa y espada. Ahí está el apoyo decidido del gobierno del Distrito Federal, de las fracciones parlamentarias de la Asamblea Legislativa del Partido de la Revolución Democrática, el Partido del Trabajo, el Partido Nueva Alianza, incluso del Partido Revolucionario Institucional aunque al final se abstuvo pero tampoco apoyó la acción de inconstitucionalidad. El apoyo también se vio desde algunas dependencias del Gobierno Federal, contraviniendo la posición oficial calderonista, como fueron CENSIDA y el CONAPRED. Y lo mismo de la Comisión de Derechos Humanos del DF, y de la CNDH, ésta última al no participar en una impugnación ante la Corte contra el matrimonio gay; instituciones académicas, el Tribunal Superior de Justicia del DF, entre tantas otras instancias comprometidas por lo menos en una causa.
Sexto. Porque sin el despliegue oneroso de recursos, fue posible enfrentar la reacción de la derecha, la que normalmente cuenta con importantes capitales y todos los medios a su alcance para expresar su oposición a las causas liberales. Redes sociales, grupos virtuales, espacios en Internet fueron todos de gran utilidad para dar a conocer los argumentos jurídicos, sociales, médicos, antropológicos, políticos, y de toda índole para apuntalar la reforma al código civil del Distrito Federal. Lo mismo ocurrió con foros, debates, manifestaciones, consultas, y herramientas de comunicación y medios que cultivaron una misma idea por la igualdad.
Séptimo. Porque los medios de comunicación colectiva en su gran mayoría exhibieron madurez informativa y sintonía con la corrección política, rechazando a través de las voces más respetables de la opinión pública la discriminación y la homofobia, así como mostrando sensibilidad para dar cabida a todas las voces, a favor y en contra, de tal manera que fuera el público quien finalmente asumiera una postura. En la ciudad de México, la geografía más importante para este asunto particular, se consiguió que la mayoría de la población apoyara el matrimonio entre personas del mismo sexo. Ahora sólo falta seguir incidiendo en el tema de la adopción.
Octavo. Porque se hizo patente que no es necesario un representante legislativo con una orientación o identidad sexogenérica diferente para impulsar la agenda de la diversidad sexual. Así como el diputado David Razú es heterosexual y el principal impulsor del matrimonio entre personas del mismo sexo, no fueron pocos los heterosexuales que en los diferentes momentos manifestaron su apoyo a la reivindicación de los derechos LGBT. Con esto se derriba también la hipótesis de que el fenómeno del voto rosa puede lograrse con personas con características específicas, por el contrario, basta con mostrar plataformas electorales consistentes.
Por todo esto, celebremos que después de 32 años de que el movimiento LGBT de México saliera a las calles, en 2009-2010 se ha alcanzado un logro más; celebración que no implica bajar la guardia, por el contrario la seguridad de que la comunidad LGBT debe ir por más. ¡Felicidades!
martes, 16 de marzo de 2010
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