Sin mencionar nombre, porque no hace falta ante referencias textuales, el Semanario Desde la Fe —que edita la Arquidiócesis de México y del que se hace responsable el padre Hugo Valdemar Romero Ascensión, vocero del cardenal Norberto Rivera Carrera— ataca a este reportero por la convicción de que deben permitirse los matrimonios entre personas del mismo sexo y la adopción de niños por estas parejas
Sin mencionar nombre, porque no hace falta ante referencias textuales, el Semanario Desde la Fe —que edita la Arquidiócesis de México y del que se hace responsable el padre Hugo Valdemar Romero Ascensión, vocero del cardenal Norberto Rivera Carrera— ataca a este reportero por la convicción de que deben permitirse los matrimonios entre personas del mismo sexo y la adopción de niños por estas parejas.
Sería para celebrar que esta facción de la Iglesia católica respondiera directamente si empleará argumentos y no evasivas y descalificaciones retóricas: en el debate, aunque defienden exactamente las mismas ideas, es muy distinto el tono arrogante y de confrontación del grupo del cardenal al más moderado y argumentado de la Conferencia del Episcopado Mexicano y los obispos identificados con la Teología de la Liberación.
En un texto llamado “Las verdaderas razones de la Iglesia para oponerse a que personas del mismo sexo adopten niños”, que firma “DLF Redacción” —o sea, el Padre Valdemar, considerando que en el directorio del semanario él es el único— se alude en sus últimos párrafos a lo expuesto en esta columna:
Primero, al referir el dato de que desde hace veinte años la Organización Mundial de la Salud dejó de considerar enfermedad a la homosexualidad, la Arquidiócesis lejos de presentar alguna prueba en contrario, opta por descalificar a la OMS (y con ello a Naciones Unidas). Señala que “ha habido fuertes presiones de grupos homosexuales que no sólo han influido en la OMS” para que la homosexualidad deje de ser considerada como una desviación y “ahora la vea con naturalidad”. El grupo del cardenal Norberto, que responsablemente acató y reprodujo las recomendaciones de la OMS durante la pandemia de influenza, ahora irresponsablemente la tacha de debilucha, que cambia criterios en función de presiones políticas y no de la ciencia.
Segundo, y con más veneno: “El conductor de un noticiero dijo que tenía amigos homosexuales y afirmó que con los ojos cerrados les confiaría a sus hijos. Dijo bien. Habría que tener los ojos cerrados para confiar una criatura inocente y vulnerable a una pareja de homosexuales y no ver cómo será afectada”.
La respuesta más fácil y atractiva, intolerante también, justo en el tono retórico del Arzobispado nacional, sería señalar que más cerrados tendría los ojos quien entregara sus hijos a un sacerdote, considerando el historial de pederastia solapada y escondida por décadas en la Iglesia; y que cómo se atreve a dar recomendaciones para ser padre de familia cuando no tienen hijos, ¿o sí?
Esa sería un generalización falsa y difamatoria, como la que hace el semanario que dice que los homosexuales (se asume que los varones) “usan falda, maquillaje e invitan a otros hombres a dormir” y son una mala influencia para los niños. El problema de esos juicios simplificados es que no todos los homosexuales son proxenetas como tampoco todos los curas son pederastas; estos son estereotipos de minorías escandalosas que nublan el debate. No vale la pena instalarse ahí.
Y por cierto, yo encargaría mis hijos a varias parejas heterosexuales cercanísimas, a un par de sacerdotes entrañables y también a tres grandes amigos homosexuales.
SACIAMORBOS Perdón por el atraso, pero me enteré antier del ataque... andábamos en Haití cuando lanzaron el bendito misil.
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